L’existence posthume es el título con el que se publicaron las respuestas de varios escritores y filósofos a las preguntas formuladas en otoño de 1991 por la revista La règle du jeu (dirigida por Bernard-Henri Lévy). Se publicaron en el número 6, enero de 1992, y se reprodujeron en L ’événement du jeudi, número 315, del 9 al 15 de enero de 1992, con el título «Ceci est leur testament» («Este es su testamento»).
- ¿Le parece satisfactoria la legislación actual sobre la gestión postuma de las obras literarias, con los derechos que concede a los herederos y a los ejecutores testamentarios? ¿O cree que, al contrario, puede provocar abusos de poder?
- ¿Qué le inspira la actitud de Max Brod, cuando, después de la muerte de Kafka, decidió no tener en cuenta el deseo de éste de que se destruyeran sus manuscritos inéditos?
- ¿Ha previsto usted mismo disposiciones relativas a la publicación de su obra postuma? En caso afirmativo, ¿puede indicarnos cuáles y justificarlas?
La primera regla es el respeto absoluto para con el escritor, aunque exista una responsabilidad del autor ante su obra. Habría que pensar en la obra postuma, pero, ¡los amigos que sobrevivan
al escritor deben estar vigilantes! Pues no todo lo que queda es digno de publicación y, más en particular, a mi juicio, por las observaciones personales que pueden herir mortalmente, ¡y que son golpes más terribles que un asesinato! Y su autor ya no está presente para anularlas. A eso se debe el interés de esperar cincuenta años… ¡ya no podemos herir a nadie!
Para mí, esa idea es capital, porque sé que, en un arranque de mal humor, podemos escribir algo que podría hacer infinitamente desgraciado y para el resto de sus días a un amigo que nos sobrevivirá…
Conque hay que publicar las obras postumas, pero sin los insultos que puedan contener.
Esencialmente, ¡hay que tener en cuenta que los más grandes libros de la humanidad fueron quemados por las familias!
¡Ah! ¡Las viudas abusivas! ¡No se puede hacer nada al respecto! Es la tragedia de las familias, en ellas los odios son los más violentos. En las familias no hay sino criminales virtuales, conque tratándose de una herencia, aun literaria… ¡No se puede contar de forma absoluta con nadie!
¿Cómo actuar entonces con las obras postumas? No hay sabiduría absoluta. En el caso de Barthes, si se suprimen posibles ataques contra personas, hay que publicar esos cursos. El estilo oral no es una objeción. Hay que publicarlos como tales. Pero diez años después, es raro, ¿verdad? Sólo se soporta a la gente cuando ha muerto…
No obstante, la verdad carece de sentido. Y hay que guardar las distancias también en esa clase de conflicto. Dudar. Es la única posibilidad de no equivocarse completamente.
CIORAN, Conversaciones. Trad. de Carlos Manzano. Barcelona: Tusquets, 1997, p. 189-190.